En tiempos donde las opiniones pueden variar, hay una realidad que no podemos ignorar: sin inversión, no hay estado de bienestar. Y, sin democracia, no hay inversión. El bienestar social que tanto valoramos depende directamente de un sistema democrático sólido.


Podrá gustarnos más o menos, pero es fundamental respetar y fortalecer los procesos democráticos si queremos asegurar un futuro con oportunidades para todos. La democracia es la base que sostiene la inversión y, en consecuencia, nuestro bienestar.

Los problemas de la democracia se arreglan con mas democracia.